lunes, febrero 05, 2007

El Espíritu del Maíz

Enrique Valvidia


Pseudoelecciones









Parece ser tan lejano el tiempo en que los extranjeros europeos venidos de España se asombraron ante la enormidad de un imperio que rompía con sus esquemas de organización, cultural y socialmente diferentes. En pocas palabras el término de El Nuevo Mundo no solo es un adjetivo dentro de las especificaciones geográficas del Planisferio Europeo del Siglo XV. Su conformación en un conjunto de posturas sobre la filosofía de una cultura apartada de las guerras por el poder eclesiástico y de enfrentamiento entre reinos opuestos, o guerras santas; no entraba dentro de su concepción del Mundo.

Así el término de "Nuevo" tenía un énfasis en marcar esas diferencias. Así se levantaron las culturas precolombinas en base a creencias destinadas a organizarse alrededor de dioses que representaban la naturaleza y el cosmos. Así se erigieron desde Mesoamérica hasta los andes, culturas con un poder espiritual enorme y un respeto por todo lo que se encontraba alrededor.

Y recordemos a estos extranjeros ante la majestuosidad de Palacios que rompían con los esquemas Ibéricos. Entre toda esta gama de diferencias nos encontramos la más importante y sobre la que se cimentó no solo la economía de estas naciones que habitaron el México Antiguo, si no describían que la misma vida y el origen del hombre. Nos referimos al Maíz y por supuesto al producto básico del mismo: la tortilla.

Los españoles le llamaron simplemente como "el único país donde los cubiertos siempre eran nuevos". Y parece que esa explicación simplista se mantiene en nuestros días de mano de especuladores. El hecho de abusar del producto es una respuesta más al desprecio de toda esa espiritualidad.



La crisis del campo no es nueva. Pasada la Revolución el reparto agrario y ejidal es y sigue siendo un tema pendiente. 80 años de gobiernos que desatendieron a una parte medular de los pueblos: el alimento. Con esos 80 años no solo decreció el campo y millones de campesinos huyeron a las ciudades en busca del sueño capitalino. Miles de películas describen a esa campesina o campesino que busca suerte en la capital, y esto solo es una perspectiva de ese gran fenómeno que es la migración. Ahora mismo en el Estado de México Cd. Netzahualcoyotl (porque así se escribe pero hasta ese desprecio hay por nuestra cultura), esta conformada en más de un 70% de habitantes de Oaxaca y Guerrero. La explicación: el campo no deja.

En todos esos años ha devenido en la perforación y enfermedad de del Tejido Social. EL desprecio al maíz solo refleja una perdida desmesurada de la identidad y el mayor aumento del racismo más aberrante sobre la gente originaria de esta nación. Y la muestra esta en que decir campesino es sinónimo de ignorancia en el argot popular.

Ahora que nos encontramos con estas políticas especulativas, el Tejido Social y base espiritual de un pueblo que tiene como identidad el maíz; es nuevamente atrapado en las garras del libre mercado y del capitalismo de donde maíz y espíritu no son comprendidos más allá del negocio y el enriquecimiento. Una vez más nuestra cimentación se encuentra en peligro de desaparecer y en algún momento dejaremos ese alimento milenario de los pueblos Mesoamericanos. Y nos enfrentamos a la perdida de milenios en tan solo un siglo. En fechas más recientes a cuatro sexenios (como se miden ahora históricamente la destrucción de la nación).

En el transporte la mente viajo buscando algún recuerdo donde podría encontrar que la tortilla faltara en la mesa. No vino ninguno porque nunca como ahora se han encontrado los dueños del poder con las manos metidas hasta el corazón mismo de una cultura.

Todo esto se ha transformado en agresiones a la nación, al pueblo entero, la protección del campo y por supuesto del maíz no es solo por cuestiones alimentarías: es por cuestiones humanas y espirituales. Ante un sinnúmero de manifestaciones en varios puntos del país exhortamos a todos los manifestantes a enfrentar el problema de raíz: Organizarnos, defender nuestra nación y nuestro pueblo y buscar formas de organización que nos permitan dejar de depender de los acaparadores y especuladores del mercado. Ayer mismo un compañero platicaba sobre la organización de cooperativas comunitarias en zonas del D.F. donde aun tenemos la suerte de contar con campesinos.

El hecho fundamental es devolverle ese valor despreciado por los dueños de los dineros, a la tierra considerada la madre y el origen de la vida misma. Esto no es en el sentido de fanatizar la creencia espiritual de la tierra, si no con el objetivo de devolverle todo lo que ella en si representa: el mismo





origen del hombre, El espíritu del Maíz.