El juez Abascal
OpiniónMéxico
Por:
Eduardo Ibarra Aguirre(Fecha publicación:04/10/2006)
Hace tres años, el almirante Marco Antonio Peyrot González, quien ocupó el cargo de secretario de Marina sin ostentar el grado máximo, se afanó en buscar un acuerdo con los partidos Revolucionario Institucional, de la Revolución Democrática y Acción Nacional, para que alguno le hiciera el favor de postular a uno de los suyos como candidato a diputado desde la pista plurinominal y en sitio seguro para acceder a San Lázaro.
Ninguno de los tres partidos políticos mayoritarios le hizo caso al hombre que Vicente Fox Quesada ascendió a almirante, días después de tomar posesión como jefe máximo de la Armada.
En la LX Legislatura el marino número uno del país ya logró su propósito, por medio del partido de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa.
Peyrot obtuvo el escaño. La Marina ya tiene diputado federal en la persona del capitán de corbeta Marco Antonio Peyrot Solís.
Sólo que el hoy diputado es hijo del secretario de Marina. Es una simple casualidad, por supuesto.
Tanto es así, que no falta quien considere como pago al favor de Acción Nacional, el destacadísimo papel disuasivo, listo a convertirse en represivo cuando el comandante supremo de la fuerzas armadas lo ordene, de los aviones, helicópteros y marinos enviados a Oaxaca.
En Lomas de Sotelo se muestran dispuestos a respetar las órdenes superiores, incluso si éstas son de naturaleza represiva, siempre y cuando se emitan por escrito. Ya no está dispuesto el generalato a seguir pagando los platos rotos por los ineptos gobernantes -como la autodenominada pareja presidencial- durante los próximos 38 años, como sucede ahora con el 2 de octubre de 1968.
Tan ineptos como Carlos María Abascal Carranza, quien en papel de juez -no de hipócrita guadalupano, ni de censor de lecturas familiares de Aura-, sentencia: “Vamos a suponer que un grupo de personas toman por asalto mi casa y que empiezan a oírse sirenas y helicópteros afuera; vamos a suponer que la casa y los asaltantes se quejan de que se les hostiga. ¡Por Dios! Hay que poner las cosas en su justa dimensión. Quien está delinquiendo es quien está invadiendo mi casa”.
Si entendimos bien al juez Abascal, hoy negociará en el Foro por la Gobernabilidad, la Paz y el Desarrollo de Oaxaca, con delincuentes que representan a cientos de miles de oaxaqueños movilizados desde hace 136 días para que Ulises Ruiz Ortiz abandone la gubernatura y para mejorar las condiciones laborales de los profesores de la Sección XII y el presupuesto educativo.
Para fortuna de los oaxaqueños, el exdirigente empresarial no radica en Oaxaca. Y el estado pertenece a todos los oaxaqueños, no al grupo gobernante y los intereses plutocráticas que mal representa. Porque también allí revela ineptitud, espíritu más que faccioso para satisfacer una gran vocación para la corrupción hecha sexenio.
Son acciones completamente contrapuestas y derivadas de políticas contradictorias excomulgar a la Asamblea de los Pueblos de Oaxaca y la Sección XXII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, a la vez que convocarlos al diálogo para hoy; montar torpes provocaciones gubernamentales de tipo estatal o federal con presuntos grupos guerrilleros; levantar -como hacen los narcos-, encarcelar y hasta asesinar activistas; intimidar al movimiento popular con sobrevuelos en la capital y el escandaloso despliegue de fuerzas navales y de la Policía Federal Preventiva.
Se trata de medidas desesperadas de un grupo gobernante que dentro de 58 días cambia parcialmente de componentes, no de políticas, ni de intereses facciosos ni de rumbo macroeconómico.
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