sábado, septiembre 09, 2006

Biografia Malcolm X.

Malcolm X: No puede existir capitalismo sin racismo.

por Xavi Estanyol

Ante el creciente racismo y la islamofobia surgida a partir de los atentados del 11-S en Estados Unidos y del 11-M en Madrid, es necesario recordar cómo los negros de Estados Unidos, muchos de ellos musulmanes, lucharon durante los años 50 y 60 para reivindicar sus derechos, haciendo temblar los pilares de la sociedad norteamericana.

Malcolm X (negro, musulmán y revolucionario) es quien mejor encarna el espíritu de esa época.

Él era la voz de los sin voz, la esperanza y el ejemplo a seguir para miles de negros que sobrevivían entre la miseria de los suburbios de las grandes ciudades. En cambio, para los blancos era como una especie de reflejo demoníaco de su propia deshumanización.Ya desde bien pequeño, Malcolm convivió con el racismo y la pobreza provocada por la Gran Depresión que sufrió EEUU durante los años 30. Nacido en Omaha (Nebraska) en 1925, tuvo que emigrar a Boston en 1940 para conseguir un trabajo.Antes, en 1929, su padre había sido asesinado. Y su madre, viuda y con ocho hijos a su cargo, fue ingresada en un psiquiátrico en 1939, a causa de las duras condiciones de vida que tenía que afrontar día tras día.De la delincuencia a la lucha antirracistaEn Boston tuvo algunos trabajos temporales, pero pronto cayó en la delincuencia, que le llevó a la cárcel en 1946. Fue precisamente allí donde conoció la organización Nación del Islam, a finales del 48. A partir de ese momento su vida cambió radicalmente: con una autodisciplina extraordinaria abandonó todos los malos hábitos que tenía, empezó a leer diccionarios para ampliar su limitado vocabulario, devoró libros sin parar sobre temas muy dispares y tomó conciencia de la explotación que sufrían los negros desde hacía siglos.La Nación del Islam, liderada por Elijah Muhammad, fue fundada en 1930, y en los años 60 llegó a tener 100.000 miembros. Era especialmente popular en los guetos de las grandes ciudades del norte, mientras que el movimiento por los derechos civiles se expandía en el sur. Los seguidores de la Nación del Islam substituían su apellido por la letra X simbolizando así el auténtico apellido que sus antepasados, llevados de África a Estados Unidos para trabajar como esclavos, habían perdido juntamente con sus raíces.Las ideas de esta organización eran un tanto excéntricas. Partían del Islam, pero defendían la idea de que los blancos eran el resultado de un extraño experimento realizado por un científico negro 6.000 años atrás. Los negros podían salvarse si se separaban totalmente de los blancos y seguían a la Nación del Islam. Aunque lo que realmente atraía a miles de negros no era esto, sino la desafiante idea de que los negros no eran inferiores a los blancos.Malcolm X pronto se convirtió en el miembro más importante de la organización. A causa de sus ideas y de su lenguaje violento, la prensa le definió como “racista a la inversa”.Incluso recibió muchas críticas de algunos de los líderes del movimiento por los derechos civiles, que le acusaron de ser tan malvado como los supremacistas blancos.Pero una respuesta al racismo, aunque sea confusa o violenta, no es lo mismo que el racismo. Como el propio Malcolm dijo: “responder con violencia al racismo blanco no es racismo negro. Si vienes a pasarme una cuerda al cuello y yo te cuelgo por eso, no se trata de racismo. Tu actitud es racista, la mía (...) es la reacción de un ser humano que trata de defenderse y protegerse”.A principios de los 60, cuando Malcolm se convertía en un líder de la lucha contra el racismo, sus ideas y las de la Nación del Islam tomaban caminos distintos. Mientras las ideas de Malcolm se radicalizaban y apostaba cada día más por la acción, los líderes de la organización no veían con buenos ojos el nuevo movimiento antirracista, que incluía a blancos y negros en una misma lucha.Cuando en 1962 la policía de Los Ángeles mató a siete miembros de la Nación del Islam, Malcolm X quería organizar una campaña de protesta a nivel estatal, pero Elijah Muhammad la prohibió.Fue en 1963, tras unas polémicas declaraciones de Malcolm acerca del recientemente asesinado presidente de los EEUU, John F. Kennedy, cuando la Nación del Islam le apartó de todas las responsabilidades que ocupaba en ese momento. En marzo de 1964 Malcolm X rompió definitivamente con esta organización.Un nuevo caminoDesde ese momento hasta el 25 de febrero de 1965, cuando Malcolm X fue asesinado mientras daba una charla en Harlem (Nueva York), empieza una carrera para reordenar sus ideas y para construir una nueva organización política. El movimiento antirracista y la lucha contra el colonialismo tuvieron una gran influencia en él.Durante estos 11 meses viajó a Oriente Medio y a África, donde por primera vez conoció muchos musulmanes que no eran negros. Recordando una conversación con el embajador de Algeria en Ghana (“quien es extremadamente militante y es un revolucionario en el más puro sentido de la palabra”), Malcolm se dio cuenta que su nacionalismo negro no tenía nada que ofrecerle a ese hombre “porque era blanco”. “Así que tuve que repensar mucho mi definición de nacionalismo negro”. Y añadió: “yo no hablo contra la sincera, bien intencionada y buena gente blanca. He aprendido que no toda la gente blanca es racista.”Las ideas de Malcolm asustaban a los dirigentes del país, a los racistas y al propio FBI, que le espió durante años.

Sobre Estados Unidos decía: “no, yo no soy americano. Soy uno de los 22 millones de negros que son víctimas del americanismo. Uno de los 22 millones de negros que son víctimas de una democracia que no es otra cosa que una hipocresía disfrazada. (...) Me dirijo a vosotros en tanto que víctima de este sistema americano. Y veo América con los ojos de la víctima. Lo que veo no es un sueño americano, sino una pesadilla americana”.Sobre la violencia decía: “si la violencia es mala en América, es mala en el extranjero. Si el hombre actúa mal al usar la violencia para defender unas mujeres negras (...), entonces América actúa mal al llamarnos bajo las banderas y haciéndonos practicar la violencia en el extranjero para su defensa. (...) Yo no estoy con quien me dice que ponga la otra mejilla cuando un racista me rompe la mandíbula”.En el último año de su vida Malcolm se dio cuenta de las conexiones entre las distintas luchas que había en el mundo. En su último discurso dijo que “vivimos una época revolucionaria, y la revuelta de los negros americanos es parte integrante de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que caracteriza esta época”Malcolm era un anticapitalista convencido. Dijo: “enséñame un capitalista y yo te enseñaré un chupasangre (...) No puede existir capitalismo sin racismo. (...) Cuando en una discusión con un hombre blanco tengas la sensación de que no hay lugar para el racismo en su forma de ser, normalmente es porque se trata de un socialista”. Malcolm no era un socialista, pero sí un revolucionario, y esto significa que buscaba la forma en que los oprimidos y explotados podrían derribar el sistema al que estaban sometidos.Él creía que la unidad era la primera condición imprescindible, aunque fuera difícil de conseguir. El primer paso, dijo, era construir una organización de militantes negros.El movimiento contra la guerra del Vietnam y los levantamientos en los guetos negros a finales de los años 60 ofrecieron la oportunidad de conseguir la unidad entre blancos y negros. Nadie sabe cómo hubieran evolucionado las ideas de Malcolm, ni como hubiera reaccionado ante estos hechos. Lo que sí sabemos es que ni por un momento pensó que una “élite ilustrada” pudiera acabar con el racismo o que la gente negra debiera tener fe en los cambios desde las instituciones.Malcolm X fue una gran influencia para miles de negros, por su capacidad de apartarse de la delincuencia, por su autodisciplina, y porque entendía a la perfección lo que sentían los habitantes de los pobres y marginales suburbios americanos.Pero él es también una influencia para la gente blanca, en tanto que contribuyó enormemente en la lucha contra un sistema que produce racismo y guerras. Una lucha que nosotros continuamos hoy.