Soldados Norteamericanos en Irak
Cuando vi este video se me lleno la cara de pena ajena, como dice mi madre.
Es indignante la forma tan denigrante de actuar, de personas entrenadas no nada mas para matar, si no tambien con tan poca falta de humanidad.
El odio es poco o inclusive desearles la muerte seria minimo y no pagarian ni en esta ni en otra vida, los atropellos, las burlas y las muertes que han dejado a su paso.
Esto me recuerda la carta de un teniente retirado de Estados Unidos, que se llama Aferrate a tu Humanidad, pero que pedirle a estos soldados si ni humanidad tienen.
La carta es esta:
Carta abierta a los soldados de EU en Irak
Aférrate a tu humanidad
Stan Goff
Estimado servidor o servidora de las fuerzas armadas en Irak:
Soy un veterano del ejército en retiro, y mi propio hijo está entre ustedes, paracaidista como yo. Los cambios que les están ocurriendo a todos ustedes -algunos más extremos que otros- son cambios que conozco muy bien. Voy a decirte, pues, algunas cosas directas en el lenguaje al que estás acostumbrado.
En 1970 me asignaron a la brigada aerotransportada 173, acantonada entonces en el norte de la provincia de Binh Dinh, de lo que era en ese tiempo la república de Vietnam. Cuando fui allá tenía la cabeza llena de mierda: mierda de los medios noticiosos, mierda de las películas, mierda de lo que supuestamente significaba ser hombre, y mierda de un montón de vecinos ignorantes que nos contaban montones de cosas sobre Vietnam aunque nunca habían estado allí ni en ninguna otra guerra.
La esencia de toda esta mierda era que teníamos que "mantener el curso en Vietnam" y que estábamos en una misión para salvar a los vietnamitas buenos de los vietnamitas malos, y para evitar que los malos vietnamitas desembarcaran en las costas de Oakland. Mantuvimos el curso hasta que 58 mil estadunidenses estaban muertos y muchos más lisiados de por vida, y 3 millones de asiáticos habían perecido. Ex militares e inclusive muchos en servicio activo tuvieron un papel importante en poner punto final a ese crimen.
Cuando comencé a oír hablar de armas de destrucción masiva que amenazaban a Estados Unidos desde Irak, un país destrozado que había soportado más de una década de guerra de trincheras seguida por una invasión y 12 años de sanciones, mi primera pregunta fue cómo diablos podía alguien creer que esta acongojada nación pudiera representar una amenaza para Estados Unidos. Pero luego recordé cuántas personas creyeron que Vietnam era una amenaza para nuestro país. Yo entre ellas.
Cuando ese disparate sobre las armas se deshilachó como una camisa de dos dólares, los políticos que cocinaron esta guerra les dijeron a todos, entre ellos a ti, que serían saludados como grandes libertadores. A nosotros nos dijeron que estábamos en Vietnam para asegurar que todos los vietnamitas tuvieran derecho al voto.
Lo que no me dijeron es que antes de que llegara allá, en 1970, las fuerzas armadas estadunidenses habían estado incendiando aldeas, matando ganado, envenenando tierras de cultivo y bosques, matando civiles por deporte, bombardeando poblados enteros y cometiendo violaciones y masacres, y que las personas dolidas y enfurecidas por esos actos no estaban en posición de entender la diferencia entre yo y las personas que les habían hecho eso: sólo sabían que éramos del mismo país.
Lo que a ti no te dijeron es que entre 1991 y 2003 más de millón y medio de iraquíes murieron de desnutrición, falta de atención médica y malas condiciones sanitarias. Más de medio millón de los que murieron eran los más débiles: los niños, sobre todo los muy pequeños.
Mi hijo que ahora está allá tiene un bebé. Visitamos a nuestro nieto cada vez que podemos. Tiene 11 meses. Muchos de ustedes tienen niños, así que saben lo fácil que es amarlos de veras, y amarlos tanto que todo su mundo se vendría abajo si algo les pasara. Los iraquíes sienten lo mismo por sus bebés. Y no van a olvidar que el gobierno de Estados Unidos es responsable en gran parte por la muerte de medio millón de niños.
Así que la mentira de que serían recibidos como libertadores fue nada más eso: una mentira. Una mentira para que el pueblo de Estados Unidos abriera su bolsillo para financiar esta obscenidad, y una mentira para animarte a ir a combatir.
Y cuando pones esto en perspectiva, sabes que si fueras iraquí probablemente tampoco te fascinaría que soldados estadunidenses se apoderaran de tus pueblos y ciudades. Esta es la cruda realidad que descubrí en Vietnam. Cuando estuve allí supe que si fuera vietnamita, habría sido uno de los vietcong.
Pero allí estábamos, siguiendo órdenes en un país que pertenecía a otro pueblo, haciendo el papel de ocupante sin conocer a la gente, su idioma o su cultura, con la cabeza llena de pendejadas que nuestros llamados líderes nos habían dicho durante el entrenamiento o en preparación para el despliegue, e incluso cuando llegamos allá.
Allí estábamos, enfrentando a personas a quienes se nos ordenaba dominar, cualquiera de las cuales podría estar lanzando morteros o disparando rifles AK contra nosotros esa misma noche. La pregunta que queríamos hacer era: ¿quién nos puso en esa situación?
En nuestro proceso de combatir para so-brevivir, y en el proceso de ellos de tratar de expulsar a un invasor que violaba su dignidad, destruía su propiedad y mataba a sus inocentes, vimos que quienes nos habían pues-to frente a ellos eran sujetos que tomaban esas decisiones ataviados con trajes de 5 mil dólares, que reían a carcajadas y se daban palmadas en la espalda en Washington con el pinche culo retacado de cordon blue y caviar.
Nos vieron la cara. A cualquiera puede pa-sarle lo mismo. Así estás tú ahora, sólo que con menos árboles y menos agua.
No hemos encontrado aún cómo detener a esos políticos de cara afilada, hambrientos de petróleo, que se palmean la espalda en Washington, y parece que vamos a estar entrampados allá un poco más de tiempo. Por eso quiero contarte el resto de la historia.
Yo cambié allá en Vietnam, y no fueron cambios agradables. Comencé a verme em-pujado hacia algo que tenía necesidad del dolor de otra persona. Nada más para que no me tomaran por un "pinche misionero" o un posible traidor, aprendí cómo encajar en ese grupo que era intocable, unos tipos demasiado locos para meterse con ellos, que deseaban esa sensación de omnipotencia que da prender fuego a la casa de alguien por puro gusto, o matar, hombre, mujer o niño, sin pensarlo dos veces. Tipos que tenían el poder de vida o muerte porque podían hacerlo.
La rabia ayuda. Es fácil odiar a todos aquellos en quienes no podemos confiar dadas las circunstancias, y enfurecerse por lo que he-mos visto, por lo que nos ha ocurrido y por lo que hemos hecho y no podemos deshacer.
Para mí fue pura actuación, una forma de tapar miedos profundos que no podía nombrar, y la razón que ahora entiendo es que teníamos que deshumanizar a nuestras víctimas para poder hacer lo que hacíamos. Muy dentro de nosotros sabíamos que estaba mal lo que hacíamos. Así pues, se volvieron dinks o gooks, como ahora los iraquíes se vuelven cabezas de trapo o hajjis. Había que reducir a las personas a niggers para poder lincharlas. No hay diferencia.
Nos convencimos de que debíamos matarlos para sobrevivir, aunque no era cierto, pero algo en nuestro interior nos decía que mientras fueran seres humanos, con igual valor intrínseco que nosotros teníamos como humanos, no podíamos incendiar sus casas y graneros, matar sus animales y a veces hasta asesinarlos. Usamos esas palabras, esos apodos para rebajarlos, para despojarlos de su humanidad esencial, y ya entonces podíamos hacer cosas como ajustar el fuego de artillería a los chillidos de una bebé.
Hasta que esa bebita enmudeció, y he aquí algo importante que hay que entender: esa bebita nunca entregó su humanidad. Yo sí. Nosotros sí. Es lo que tal vez tú no entiendas hasta que sea demasiado tarde. Cuando privas de su humanidad a otro, matas tu propia humanidad. Atacas tu propia alma porque se interpone en el camino.
En fin, terminamos nuestra gira y regresamos con nuestras familias, y ellas pueden ver que, a pesar de que funcionamos, estamos vacíos y somos ya incapaces de conectarnos realmente con la gente, y tal vez podamos seguir durante meses o incluso años antes de llenar con anestésicos químicos -drogas, alcohol- ese vacío en el que abandonamos nuestra humanidad, hasta que nos damos cuenta de que jamás podrá llenarse y nos pegamos un tiro, o nos arrojamos a la calle, donde podemos desaparecer entre la escoria de la sociedad, o herimos a otros, en especial a quienes intentan amarnos, y terminamos como otra estadística de prisión o enfermos mentales.
Jamás podrás escapar al hecho de que te volviste racista porque fabricaste el pretexto que necesitabas para sobrevivir, para quitarle a la gente cosas que nunca podrás devolverle, o que mataste una parte de ti mismo que tal vez jamás recobrarás.
Algunos de nosotros sí podemos. Tenemos suerte y alguien se interesa lo bastante para resucitarnos emocionalmente y traernos de nuevo a la vida. Muchos no. Yo vivo con rabia cada día de mi vida, aun cuando nadie la ve. Puedes escucharla en mis palabras. Detesto que me vean la cara.
Aquí está, pues, mi mensaje para ti. Harás lo que tengas que hacer para sobrevivir, según la definición que tengas de sobrevivencia, mientras nosotros hacemos lo que tengamos que hacer para poner fin a esto. Pero no entregues tu humanidad para encajar, para probarte a ti mismo ni para darte un levantón de adrenalina. Ni para desquitarte cuando estés furioso o frustrado. Ni para que algún desgraciado político militarista de carrera haga méritos contigo. En especial el consorcio Bush-Cheney, de gas y petróleo.
Los altos jefes tratan de ganar control de las reservas energéticas del planeta para torcerles el brazo a los futuros competidores económicos. Eso es lo que pasa, y necesitas entenderlo; luego haz lo que sea necesario para aferrarte a tu humanidad. El sistema te dice que eres una especie de héroe de acción, pero te usa como pistolero. Te ve la cara.
Esos que llaman tus líderes civiles te ven como un bien fungible. No les importan tus pesadillas, el gas que estás respirando, la soledad, las dudas, el dolor, ni cómo tu humanidad se va desgajando poco a poco. Recortarán tus beneficios, negarán tus enfermedades y esconderán del público a tus muertos y heridos. Ya lo están haciendo.
A ellos no les interesa. Así que tú tienes que hacerlo. Y para conservar tu humanidad debes reconocer la humanidad en las personas cuya nación estás ocupando y saber que tanto tú como ellas son víctimas de esos malditos ricachones que dan las órdenes.
Ellos son tus enemigos -los trajeados- y son enemigos de la paz, de tu familia, en especial si es negra, inmigrante o pobre. Son ladrones y buscapleitos que toman y nunca dan, y dicen que "jamás saldrán corriendo" de Irak, pero tú y yo sabemos que jamás tendrán que correr porque los muy hijos de la chingada no están allá. Tú sí.
Seguirán engañando y sonriendo mientras obtienen lo que desean de ti, y cuando hayan acabado contigo te arrojarán a la basura como un condón usado. Pregúntales a los veteranos a quienes en estos días les están recortando sus beneficios. Bush, Rumsfeld y sus amigotes son parásitos, y son los únicos beneficiarios del caos en el que tú estás aprendiendo a vivir. Ellos se llevan el dinero. Tú te llevas las prótesis, las pesadillas y las enfermedades misteriosas.
Así pues, si tu rabia necesita un objetivo, allí están ellos, los responsables de que estés allá y de que sigas allá. No puedo decirte que desobedezcas porque con eso me colocaría probablemente fuera de la ley. Será una decisión que tú tendrás que tomar cuando las circunstancias y tu conciencia así lo dicten, llegado el caso. Pero es perfectamente legal negarse a obedecer órdenes ilegales, y las órdenes de maltratar o atacar a civiles son ilegales. Ordenarte guardar silencio sobre esos crímenes también es ilegal.
Puedo decirte, sin miedo a consecuencias legales, que jamás tendrás la obligación de odiar a los iraquíes, jamás tendrás obligación de entregarte al racismo o al nihilismo y a la sed de matar por matar, y jamás estarás obligado a permitir que te despojen de los últimos vestigios de tu capacidad de ver y decir la verdad a ti mismo y al mundo. No les debes tu alma.
Vuelve a casa sano y salvo. Las personas que te aman y que te han amado toda la vida te esperan aquí, y queremos que regreses y seas capaz de mirarnos a la cara. No dejes tu alma en el polvo como un cadáver más. Aférrate a tu humanidad.
Stan Goff, sargento mayor del ejército de Estados Unidos (Ret.)
Tomado de CounterPunch
November 14 / 23, 2003
Hold On to Your Humanity
An Open Letter to GIs in Iraq
By STAN GOFF
(US Army Retired)
Dear American serviceperson in Iraq,
I am a retired veteran of the army, and my own son is among you, a paratrooper like I was. The changes that are happening to every one of you--some more extreme than others--are changes I know very well. So I'm going to say some things to you straight up in the language to which you are accustomed.
In 1970, I was assigned to the 173rd Airborne Brigade, then based in northern Binh Dinh Province in what was then the Republic of Vietnam. When I went there, I had my head full of shit: shit from the news media, shit from movies, shit about what it supposedly mean to be a man, and shit from a lot of my know-nothing neighbors who would tell you plenty about Vietnam even though they'd never been there, or to war at all.
The essence of all this shit was that we had to "stay the course in Vietnam," and that we were on some mission to save good Vietnamese from bad Vietnamese, and to keep the bad Vietnamese from hitting beachheads outside of Oakland. We stayed the course until 58,000 Americans were dead and lots more maimed for life, and 3,000,000 Southeast Asians were dead. Ex-military people and even many on active duty played a big part in finally bringing that crime to a halt.
When I started hearing about weapons of mass destruction that threatened the United States from Iraq, a shattered country that had endured almost a decade of trench war followed by an invasion and twelve years of sanctions, my first question was how in the hell can anyone believe that this suffering country presents a threat to the United States? But then I remembered how many people had believed Vietnam threatened the United States. Including me.
When that bullshit story about weapons came apart like a two-dollar shirt, the politicians who cooked up this war told everyone, including you, that you would be greeted like great liberators. They told us that we were in Vietnam to make sure everyone there could vote.
What they didn't tell me was that before I got there in 1970, the American armed forces had been burning villages, killing livestock, poisoning farmlands and forests, killing civilians for sport, bombing whole villages, and commiting rapes and massacres, and the people who were grieving and raging over that weren't in a position to figure out the difference between me--just in country--and the people who had done those things to them.
What they didn't tell you is that over a million and a half Iraqis died between 1991 and 2003 from malnutrition, medical neglect, and bad sanitation. Over half a million of those who died were the weakest: the children, especially very young children.
My son who is over there now has a baby. We visit with our grandson every chance we get. He is eleven months old now. Lots of you have children, so you know how easy it is to really love them, and love them so hard you just know your entire world would collapse if anything happened to them. Iraqis feel that way about their babies, too. And they are not going to forget that the United States government was largely responsible for the deaths of half a million kids.
So the lie that you would be welcomed as liberators was just that. A lie. A lie for people in the United States to get them to open their purse for this obscenity, and a lie for you to pump you up for a fight.
And when you put this into perspective, you know that if you were an Iraqi, you probably wouldn't be crazy about American soldiers taking over your towns and cities either. This is the tough reality I faced in Vietnam. I knew while I was there that if I were Vietnamese, I would have been one of the Vietcong.
But there we were, ordered into someone else's country, playing the role of occupier when we didn't know the people, their language, or their culture, with our head full of bullshit our so-called leaders had told us during training and in preparation for deployment, and even when we got there. There we were, facing people we were ordered to dominate, but any one of whom might be pumping mortars at us or firing AKs at us later that night. The question we stated to ask is who put us in this position?
In our process of fighting to stay alive, and in their process of trying to expel an invader that violated their dignity, destroyed their property, and killed their innocents, we were faced off against each other by people who made these decisions in $5,000 suits, who laughed and slapped each other on the back in Washington DC with their fat fucking asses stuffed full of cordon blue and caviar.
They chumped us. Anyone can be chumped.
That's you now. Just fewer trees and less water.
We haven't figured out how to stop the pasty-faced, oil-hungry backslappers in DC yet, and it looks like you all might be stuck there for a little longer. So I want to tell you the rest of the story.
I changed over there in Vietnam and they were not nice changes either. I started getting pulled into something--something that craved other peole's pain. Just to make sure I wasn't regarded as a "fucking missionary" or a possible rat, I learned how to fit myself into that group that was untouchable, people too crazy to fuck with, people who desired the rush of omnipotence that comes with setting someone's house on fire just for the pure hell of it, or who could kill anyone, man, woman, or child, with hardly a second thought. People who had the power of life and death--because they could.
The anger helps. It's easy to hate everyone you can't trust because of your circumstances, and to rage about what you've seen, what has happened to you, and what you have done and can't take back.
It was all an act for me, a cover-up for deeper fears I couldn't name, and the reason I know that is that we had to dehumanize our victims before we did the things we did. We knew deep down that what we were doing was wrong. So they became dinks or gooks, just like Iraqis are now being transformed into ragheads or hajjis. People had to be reduced to "niggers" here before they could be lynched. No difference. We convinced ourselves we had to kill them to survive, even when that wasn't true, but something inside us told us that so long as they were human beings, with the same intrinsic value we had as human beings, we were not allowed to burn their homes and barns, kill their animals, and sometimes even kill them. So we used these words, these new names, to reduce them, to strip them of their essential humanity, and then we could do things like adjust artillery fire onto the cries of a baby.
Until that baby was silenced, though, and here's the important thing to understand, that baby never surrendered her humanity. I did. We did. That's the thing you might not get until it's too late. When you take away the humantiy of another, you kill your own humanity. You attack your own soul because it is standing in the way.
So we finish our tour, and go back to our families, who can see that even though we function, we are empty and incapable of truly connecting to people any more, and maybe we can go for months or even years before we fill that void where we surrendered our humanity, with chemical anesthetics--drugs, alcohol, until we realize that the void can never be filled and we shoot ourselves, or head off into the street where we can disappear with the flotsam of society, or we hurt others, esepcially those who try to love us, and end up as another incarceration statistic or a mental patient.
You can ever escape that you became a racist because you made the excuse that you needed that to survive, that you took things away from people that you can never give back, or that you killed a piece of yourself that you may never get back.
Some of us do. We get lucky and someone gives a damn enough to emotionally resuscitate us and bring us back to life. Many do not.
I live with the rage every day of my life, even when no one else sees it. You might hear it in my words. I hate being chumped.
So here is my message to you. You will do what you have to do to survive, however you define survival, while we do what we have to do to stop this thing. But don't surrender your humanity. Not to fit in. Not to prove yourself. Not for an adrenaline rush. Not to lash out when you are angry and frustrated. Not for some ticket-punching fucking military careerist to make his bones on. Especially not for the Bush-Cheney Gas & Oil Consortium.
The big bosses are trying to gain control of the world's energy supplies to twist the arms of future economic competitors. That's what's going on, and you need to understand it, then do what you need to do to hold on to your humanity. The system does that; tells you you are some kind of hero action figures, but uses you as gunmen. They chump you.
Your so-called civilian leadership sees you as an expendable commodity. They don't care about your nightmares, about the DU that you are breathing, about the lonliness, the doubts, the pain, or about how you humanity is stripped away a piece at a time. They will cut your benefits, deny your illnesses, and hide your wounded and dead from the public. They already are.
They don't care. So you have to. And to preserve your own humanity, you must recognize the humanity of the people whose nation you now occupy and know that both you and they are victims of the filthy rich bastards who are calling the shots.
They are your enemies--The Suits--and they are the enemies of peace, and the enemies of your families, especially if they are Black families, or immigrant families, or poor families. They are thieves and bullies who take and never give, and they say they will "never run" in Iraq, but you and I know that they will never have to run, because they fucking aren't there. You are
They'll skin and grin while they are getting what they want from you, and throw you away like a used condom when they are done. Ask the vets who are having their benefits slashed out from under them now. Bushfeld and their cronies are parasites, and they are the sole beneficiaries of the chaos you are learning to live in. They get the money. You get the prosthetic devices, the nightmares, and the mysterious illnesses.
So if your rage needs a target, there they are, responsible for your being there, and responsible for keeping you there. I can't tell you to disobey. That would probably run me afoul of the law. That will be a decision you will have to take when and if the circumstances and your own conscience dictate. But it perfeclty legal for you to refuse illegal orders, and orders to abuse or attack civilians are illegal. Ordering you to keep silent about these crimes is also illegal.
I can tell you, without fear of legal consequence, that you are never under any obligation to hate Iraqis, you are never under any obligation to give yourself over to racism and nihilism and the thirst to kill for the sake of killing, and you are never under any obligation to let them drive out the last vestiges of your capacity to see and tell the truth to yourself and to the world. You do not owe them your souls.
Come home safe, and come home sane. The people who love you and who have loved you all your lives are waiting here, and we want you to come back and be able to look us in the face. Don't leave your souls in the dust there like another corpse.
Hold on to your humanity.
Stan Goff
US Army (Ret.)
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